¿Es un taxi? ¿Es un lab? No, es TaxiOviedo
Tenemos una visión, y hablo en plural capitalino, muy estrecha sobre los taxistas. Llena de clichés y de prejuicios. A veces se confirman, pero muchas veces no. Aun así
nos confunde que tengan blog, hablen de filosofía o cuenten historias atractivas y fascinantes (un saludo a
@simpulso). El lío aumenta, además, si tras hablar con alguien como
Rixar Garcìa te subes a un taxi cuyo datáfono no va bien y pagar se convierte en un asunto delicado.
Os sonará un poco más si me refiero a él como
TaxiOviedo. Nada más empezar a charlar me confiesa que lleva un mes y medio haciendo “el experimento de no estar conectado 24 horas al día”. No tiene que ser fácil para “
el primer taxista del mundo” que usó Twitter para su negocio.
En una
entrevista en 2010 decía que solo una decena de personas había llegado a su asiento trasero a través de esta red social; en los últimos días ha tenido
avalancha de peticiones. Twitter es su red de cabecera (está en otras muchas, como
Facebook,
Instagram,
YouTube,
Google Plus,
Foursqare, etc.), el centro de su actividad social; pero no es lo que le da dinero.
La publicidad entra
por la web, aunque las redes sociales le han permitido algo que no siempre ha llevado bien: venderse. “Soy tímido”, revela, al tiempo que relata que el camino hasta hoy ha sido lento. “Empecé en 2003 con la web y hasta 2006 no recibí ningún servicio (a través de ella). Nada.
Pero yo decía, ¡tienen que contratarnos por Internet!”, explica.
Querer ir por delante de los demás le llevó a
sumergirse en el SEO, el posicionamiento web, a montar una
aventura por Estados Unidos con Foursquare o a tener Wifi y hasta ordenador e impresora en su taxi (“Eso me parece la bomba”, se me escapa).
Antes de llegar a Twitter, en 2009,
pasó por la fase de tener blog. Y, de repente, un buen día se vio dando charlas al lado de gurús -en el buen sentido-
de esto. “He tenido mucho tiempo para ponerme en la posición del cliente”, dice al otro lado del teléfono, pero “más bien a mi aire”. Su creatividad en redes e Internet pasa siempre por el “pragmatismo”, pero también por su “facilidad para soñar”.
Creó una marca a su alrededor y logró fidelizar a los clientes a los que llevaba y traía del aeropuerto de Asturias. Luego llegaron las rutas turísticas o los micropagos.
¿Qué hay de la app móvil? Al final, hizo una
casi como una tarjeta de visita, para mostrar todo lo que hacía, pero no le sirve para dar salida de forma directa a sus servicios, “lo lógico es que una app sea un gestor de flotas y yo no tengo una. Sirve, entre otras cosas, para que te digan en tiempo real cuándo llega el taxi, y yo ya te lo he contado antes por DM”.
Su aspiración es convertirse en un taxilab, es decir, en un laboratorio de innovación, pero aplicado a su profesión. ¿Qué ocurre? Que al final todo eso cuesta dinero. Le gustaría que alguien confiara en él y casi le “obligara” a explicar lo que hace, querría “enseñar a las pymes que hay un mundo ahí fuera y cómo enfocarlo de manera efectiva”, apunta, pero “no por dinero”, apostilla.
Lo último que le ronda por la cabeza es relacionarse “con las
smart cities” o ciudades inteligentes -”me atrae crear smart taxis” que, por ejemplo, tuiteen solos- y también con los robots.
A sus 40 años, este taxista nacido en Suiza tiene siempre “los oídos abiertos”. Sobre todo cuando lleva en su taxi a determinados clientes, coachers, consultores, trabajadores de alguna red social o gente influyente en Internet. A algunos le gustaría “freírles a preguntas”, dice.
Pero también está muy atento a lo que se habla en la Red. El año pasado descubrió
un simpa de unos chavales que decidieron contarlo en Twitter y la historia saltó a los medios.
Monitoriza la palabra “taxi” en Internet, incluso por localización. “Hay un peligro en meterte en conversaciones que no van contigo -reconoce-, pero siempre que interactúo es para ayudar o para ofrecer mis servicios”.
Acabemos en el mundo real. Le hago una pregunta obligada, ¿qué radio escucha? “Radio 3, música, sobre todo a
@carmouna“. Otra de sus alternativas a la
conexión es la filosofía, aunque últimanente “percibe” que las personas -se incluye- se están “formateando la cabeza para recibir píldoras de información y no profundizar”. Lo ve un “riesgo”.
A lo mejor por eso ha decidido que cuando termine con el libro de Ortega y Gasset que está leyendo lo liberará en su taxi, a ver si alguien se lo lleva. Aunque recuerda que una vez dejó durante un mes entero en el asiento un libro de economía “y nadie marchaba con él”. Quizá hoy, con la que está cayendo, desaparecería.
* La próxima aparición de TaxiOviedo en público será en el
Mobile World Congress de Barcelona, aunque será virtual. Y hasta ahí puedo leer.